Tras reunirse en Cortes de la Frontera (Málaga) más de 150 personas de todo el país, junto a la participación de experiencias de Honduras, Argentina, Chile, Brasil, Filipinas, Camerún, Colombia y Guatemala, en el I Congreso Internacional de Educación Rural siglo XXI, con el objetivo de reflexionar desde una perspectiva crítica sobre la situación de supervivencia en la que se encuentra el medio rural, las entidades participantes han redactado un manifiesto y unas conclusiones finales.
Según todos los estudios científicos y los acuerdos internacionales recientes en el ámbito del cambio climático, si no hay una radical corrección del rumbo productivo en las relaciones ser humano-naturaleza, la amenaza del colapso ecológico y del ecocidio aumentará considerablemente hasta el punto de hacerse irreversible. Esto significa una apuesta clara por implicarse en la lucha contra el cambio climático, la transición ecológica y por superar las disfunciones provocadas por la industrialización y la concentración urbana.
De acuerdo con este postulado las entidades y personas participantes en este Congreso queremos manifestar lo siguiente:
1. Vemos con acierto que se han iniciado las primeras políticas de Transición Ecológica y Reto Demográfico con numerosos programas de las distintas administraciones públicas estatales, europeas, regionales y municipales, pero que consideramos que no son suficientes
2. Cultivando paz entre los pueblos. Como agentes de la educación no podemos sentirnos al margen de los distintos conflictos bélicos activos en forma de lucha por el control político, económico y cultural de las fronteras, teniendo a la población civil como protagonista desgraciad a en forma de atropellos, desplazamientos, genocidios, etc. Se ha de trabajar una educación en valores que tenga a la cultura de paz en el centro de sus objetivos.
3. El cambio urgente de las políticas públicas vía estrategias de desarrollo rural dirigidas a regenerar una nueva economía para los pueblos. Cambios que no vengan, como hasta ahora, dispuestos por una tecnocracia ajena a la realidad rural y cuenten con la participación de las poblaciones y sus saberes locales.
4. Una nueva relación con la naturaleza para ralentización del cambio climático. La nueva educación ha de reconsiderar nuestra ecodependencia con la naturaleza. La ciencia agroecológica ya ha demostrado que el modelo de gestión del territorio de la cultura campesino-rural de orden familiar, apegada a una relación de proximidad en sus interacciones y a tecnologías de bajo impacto ambiental, ralentiza el cambio climático frente al modelo agroindustrial y tóxico imperante.
5. Recuperación de la vida comunitaria rural: cuidado y afectos mutuos. La comunidad rural debe regenerarse desde su sustancial origen, como semilla de relaciones, espacio imprescindible de aprendizaje donde compartir conocer, valorarlos saberes y hacer futuro.
6. Una nueva visión del currículum: valorar el conocimiento local. Hay que reprogramar el currículum para el total del sistema educativo, y en particular para nuestro contexto, en el que se incorpore la ‘óptica rural’ como un elemento transversal de contenidos. Hasta ahora prima una visión urbanocéntrica.
7. La organización educativa y la formación del profesorado: ética rural y ambiental. El criterio de rentabilidad de los servicios educativos no debe de ser nunca un obstáculo, como ocurre en el mundo urbano. Ello implica una reorientación de la financiación de políticas. El profesorado está de paso, en su mayoría desconoce la realidad local y es complejo implementar proyectos educativos adaptados y con identidad propia.
8. Educación no formal, educomunicación y educación permanente(expandida). La educación no se circunscribe al ámbito académico, traspasa este a este y se integra con la vida. Hay que valorar otras experiencias de educación rural enriquecedoras, activadas por entidades sociales en el territorio.
9.La dimensión socio-cultural. La educación debe sostener los procesos socioeconómicos desde el desarrollo endógeno y comunitario, como identidad de un pueblo capaz de pensar, decidir y actuar. Una cultura creada desde lo cotidiano, atendiendo al rescate de la racionalidad ecológica del conocimiento campesino.
10. De isla a archipiélago: la fuerza de la red social. Es necesario creer en las potencialidades pedagógicas de los entornos rurales, ser consciente de la fuerza y el conocimiento para luchar por un nuevo modelo educativo más abierto y entroncado a la comunidad. Solo desde la creación de vínculos humanos entre las propias comunidades rurales desde una visión internacional (local-global), podremos seguir empujando una toma de consciencia personal y colectiva para encarar otro modelo de desarrollo menos agresivo y más acorde con las necesidades ecológicas, de justicia y equidad social.
El I Congreso Internacional de Educación Rural ‘Por una educación rural para la repoblación’ fue organizado por la Confederación de Centros de Desarrollo Rural COCEDER, en colaboración con el Grupo de Investigación Profesorado, Comunicación e Investigación Educativa de la Universidad de Málaga (PROCIE-UMA), los colectivos de Acción Solidaria (CAS), el Instituto Paulo Freire, el Ayuntamiento de Cortes de la Frontera, la Diputación de Málaga, el CDR Montaña y Desarrollo de la Serranía de Ronda y la Revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas.
Puede leer el manifiesto completo en la página web del Congreso:
Y todas las conclusiones aquí: