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Tal y como señala Naciones Unidas, la violencia contra las mujeres y las niñas sigue siendo una de las violaciones de los derechos humanos más extendida y generalizada del mundo. Se calcula que, a nivel global, casi una de cada tres mujeres estará expuestas a violencia física y/o sexual al menos una vez en su vidaDesde el año 2003, año desde el que contamos con estadísticas, más de 1.200 mujeres han sido asesinadas en manos de sus parejas o exparejas. De estos datos se concluye que la violencia contra las mujeres no es fortuita ni casual, esta violencia es la expresión y la consecuencia más radical de las desigualdades históricamente establecidas entre mujeres y hombres, que nuestra sociedad basada en un sistema patriarcal, imbricado con otras desigualdades estructurales como el racismo, el capacitismo, la situación socioeconómica desfavorecida, se encarga de imponer e ir actualizando las formas en las que se materializa.

Es por esto que resulta fundamental establecer medidas de sensibilización, especialmente en el sistema de educación (coeducación) que trabaje todos los aspectos de la violencia contra las mujeres como son la violencia simbólica y los estereotipos de género que en los últimos tiempos no solo no han desaparecido, sino que se han visto reforzados, tal y como muestran los últimos datos de encuestas recogidos por el CIS entre la población masculina y especialmente entre la población joven. Esta polarización afecta a las cuestiones de género, al igual que a la cuestión de la discriminación, el racismo y también al rol que juegan las ONG en su intervención dirigida a disminuir la desigualdad, combatir la discriminación y luchar contra la pobreza y la exclusión. Además, supone, no sólo un incremento de los discursos de odio y de la violencia contra las mujeres, sino también recortes en las políticas públicas de prevención y de protección a las víctimas de violencia de género, una devaluación y banalización de los conceptos de género y una negación de la violencia estructural que sufren las mujeres. Urge por tanto que, tal y como avisa Naciones Unidas hace años, los gobiernos y entre ellos el español tomen medidas para garantizar avances potenciales en la lucha contra las violencias hacia las mujeres en todas sus formas.

La violencia es estructural y es el resultado de los mecanismos socioculturales y personales que hacen que la violencia se produzca y se mantenga en la sociedad. La violencia machista es transversal, afecta a todas las mujeres, pero no a todas de la misma manera ni con la misma intensidad. Las mujeres con discapacidad, en situación administrativa irregular, en situación de trata, racializadas, gitanas, en situación de pobreza y/o exclusión social, en situación de sinhogarismo, trans, así como otros muchos casos de mujeres cuyas realidades están más expuestas a la precariedad, sufren con mucha mayor dureza los efectos de la violencia machista.

Para que una mujer pueda salir del círculo de la violencia en el ámbito de su pareja o expareja es fundamental que pueda tener una garantía de renta y acceso a los recursos públicos necesarios para poder hacerlo. En este sentido, el desigual acceso y posibilidad de promoción de las mujeres en el mercado de trabajo y la discriminación a la que están expuestas en el mismo aumenta las probabilidades de que sufra exclusión y con ello que vea truncada sus posibilidades de salir del círculo de la violencia de género. La brecha salarial, la segregación laboral por razón de género, la devaluación de los sectores feminizados, la responsabilización de los trabajos de cuidados, las dificultades de conciliación y la falta de políticas de corresponsabilidad son algunos de los factores clave en este sentido. Así, tanto encontrarse en situación administrativa irregular, el desempleo o la falta de confianza en las administraciones y en que se vaya a tener un proceso que garantice la seguridad, la protección y la garantía de no repetición son algunos de los principales frenos para denunciar una situación de violencia.

Ante esta realidad, desde EAPN-ES queremos proponer los siguientes puntos de acción que consideramos estratégicos: 

  • Un compromiso político de alto nivel, y transnacional, contra la violencia machista especialmente enfocado a aquellas que se encuentren en situación de especial vulnerabilidad.
  • Visibilizar las cuestiones de género en la medición de la pobreza y/o la exclusión social: dotación de las herramientas de análisis y datos necesarios para conocer el estado de la feminización de la pobreza en España, así como, específicamente, sus relaciones con la violencia contra las mujeres.
  • Es urgente abordar las violencias contra las mujeres y todas las formas de violencias machistas más profundamente desde las distintas Administraciones públicas y en alianza con la ciudadanía, el tercer sector y los demás actores sociales.
  • Pedimos que los servicios públicos de atención a las violencias machistas se presten por personal público y apoyamos las reivindicaciones de las trabajadoras del sector en sus peticiones de que se mejoren sus propias condiciones laborales y se eliminen las listas de espera, mejorando la atención a las mujeres y menores víctimas.
  • Facilitar una educación en y por la igualdad (coeducación), con enfoque afectivo-sexual, a través del currículo formal y no formal, en los sistemas de enseñanza y para todas las edades y preventiva a nivel de violencia digital.
    • Es importante hacer hincapié desde un enfoque educativo en la educación de niños y adolescentes varones por su papel fundamental en la prevención de la violencia contra las mujeres.
  • Fortalecer las políticas públicas de índole integral con relación a la violencia contra las mujeres; destinadas, no sólo a la atención y protección de las víctimas, sino a la prevención, reparación y erradicación de la misma.
    • Para poder acabar con la violencia contra las mujeres han de aplicarse con transparencia los fondos del Pacto de Estado contra la Violencia de Género.
  • Modificación de la legislación actual con una ampliación a todos los tipos de violencias contra las mujeres más allá del lazo afectivo-sexual, por ejemplo, según marco del Convenio de Estambul, ratificado por España. 
  • La aplicación de un enfoque interseccional en las políticas de prevención y actuación en materia de violencia machista que tenga una especial atención con las mujeres en situación de pobreza y/o exclusión social.
  • Aportar un enfoque de prevención de violencias y de la violencia contra las mujeres en toda política y acción encaminada a erradicar la pobreza y/o la exclusión social entre las mujeres de este país.

Desde 2019 EAPN-ES lleva a cabo la línea de investigación M.I.R.A.D.A.S, con el objetivo de aportar a un mejor diagnóstico sobre la situación de las mujeres en España con relación a la pobreza y/o la exclusión social, con especial foco a quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad. Desde la Red entendemos que la violencia contra las mujeres es un problema de toda la sociedad, y necesita por tanto una respuesta de la sociedad en su conjunto.

Fuente. EAPN España